martes, 7 de septiembre de 2010

Dame la mano y danzaremos, Gabriela Mistral



Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

Apegado a mí

Velloncito de mi carne,
que en mi entraña yo tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trébol
escuchándole latir:
no te turben mis alientos,
¡duérmete apegado a mí!

Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir,
no te sueltes de mi pecho:
¡duérmete apegado a mí!

Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo de dormir.
No resbales de mi brazo:
¡duérmete apegado a mí

A Margarita Debaile, Rubén Darío



Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar».
Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Poemas y rimas


Aqui les dejo unos encantadores poemas con motivos infantiles.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Tres tigres


Tres tigres trigaban trigo,
tres tigres en un trigal.
¿Qué tigre trigaba más...?
Los tres igual.

El cielo enladrillado



El cielo está enladrillado
¿quién lo desenladrillará?,
el desenladrillador que lo desenladrille
buen desenladrillador será.

La gallina pinta



Tengo una gallina pinta,
piririnca, piriranca,
con sus pollitos pintos,
piririncos, pirirancos.
Si ella no fuese pinta,
piririnca, piriranca,
no criaría los pollitos pintos,
piririncos, pirirancos.

Trabalenguas para niños



 Los trabalenguas se han hecho para destrabar la lengua.

El colo colo



Su aspecto difiere ligeramente según la zona. Para los mapuches el Colo Colo tiene forma de serpiente y puede transformarse en rata con plumas. En el sur los huilliches lo representan como un ratón o rata alargada con cabeza de gallo.

Posiblemente producto de la similitud entre algunas características del mito del Colo Colo y el mito del basilisco de la mitologia griega, este hecho habría dado origen al posterior mito del basilisco chilote de la mitologia chilota y rural del sur de Chile; razón por la cual generalmente también suelen ser confundidos los mitos de estos seres.

Se dice que el Colo Colo nace del huevo incubado por un gallo; y que comúnmente habita en los rincones o rendijas de las casas, ya que se alimentaría de las personas succionando su saliva.

El colocolo se identificaría que esta viviendo en el hogar, al escuchar un animal que se queja y llora igual que un bebe recién nacido. Por ello, si el dueño de la casa descubre que habita este horrible ser en su hogar, debe recurrir rápidamente a la ayuda de una machi; la cual tendría el poder de eliminar a esta criatura, y descubrir si algún calcu podría estar involucrado en la aparición de esta criatura.

La Hormiguita




Habia vez i vez una hormiguita tan primorosa, tan concertada, tan hacendosa, que era un encanto. Un dia que estaba barriendo la puerta de su casa se halló un ochavito. Dijo para si:
¿Qué haré con este ochavito? ¿Compraré piñones? Nó, que no los puedo partir. ¿Compraré merengues? Nó, que es una golosina. Pensólo más, i se fué a una tienda donde compró un poco de arrebol; se lavó, se peinó, se aderezó, se puso su colorete, i se sentó en la ventana. Ya se vé; como que estaba tán acicalada 1 tan bonita, todo el que pasaba se enamoraba de ella. Pasó un toro, i la dijo: - ¿hormiguita, te quieres casar conmigo? ¿i cómo me enamorarás? respondió la hormiguita. El toro se puso a rujir; la hormiga se tapó los oidos con ambas patas. -Sigue tu camino, le dijo al toro; que me asustas, me asombras, i me espantas. i lo propio sucedió con un perro que ladró, un gato que maulló, un cochino que gruñó, un gallo que cacareó. Todos causaban alejamiento a la hormiga; ninguno se ganó su voluntad, hasta que pasó un ratonperez que la supo enamorar tan fina y delicadamente que la hormiguita la dió su manita negra. Vivian como tortolitas, i tan felices, que de eso no se ha visto desde que el mundo es mundo. Quiso la mala suerte que un dia fuese la hormiguita sola a misa, despues de poner la olla que dejó al cuidado de ratonperez, advirtiéndole, como tan prudente que era, que no menease la olla con la cuchara chica, sino con el cucharon; pero el ratonperez hizo, por su mal, lo contrario de lo que le dijo su mujer: cojió la cuchara chica para menear la olla, i así fué, que sucedió lo que ella habia previsto. Ratonperez, con su torpeza, se cayó en la olla, como en un pozo i allí murió ahogado. Al volver la hormiguita a su casa, llamó a la puerta. Nadie respondió ni vino a abrir. Entónces se fué a casa de una vecina para que la dejase entrar por el tejado. Pero la vecina no quiso, i tuvo que mandar por el cerrajero que le descerrajase la puerta. Fuése la hormiguita en derechura a la cocina; miró la olla, i allí estaba ¡qué dolor! el ratonperez ahogado, dando vueltas sobre el caldo que hervia. La hormiguita se echó a llorar amargamente. Vino el pájaro, i le dijo: -¿Por qué lloras? Ella respondió: -Porque ratonperez se cayó en la olla. -Pues yo, pajarito, me corto el piquito. Vino la paloma, i le dijo: -¿Por qué, pajarito, te has cortado el pico? -Porque el ratonperez se cayó en la olla, i que la hormiguita lo siente i lo llora. -Pues yo, la paloma, me corto la cola. Dijo el palomar: -¿Por qué tú, paloma, cortaste tu cola? -Porque ratonperez se cayó en la olla, i que la hormiguita lo siente i lo llora; i que el pajarito cortó su piquito, i yo, la paloma, me corto la cola. Pues yo, palomar, vóime a derribar. Dijo la fuente clara: -¿Por qué, palomar, vaste a derribar? -Porque el ratonperez se cayo en la olla, i que la hormiguita lo siente i lo llora; i que el pajarito cortó su piquito, i que la paloma se corta la cola; i yo, palomar, vóime a derribar. -Pues yo, fuente clara, me pongo a llorar. Vino la Infanta a llenar la cántara. -¿ Por qué, fuente clara, póneste a llorar? -Porque el ratonperez se cayó en la olla, i que la hormiguita lo siente i lo llora; i que el pajarito se cortó el piquito, i que la paloma se corta la cola; i que el palomar fuese a derribar, i yo, fuente clara, me pongo a llorar. -Pues yo, que soy Infanta, romperé mi cántara. I yo que lo cuento acabo en lamento, porque el ratonperez se cayó en la olla, ¡I que la hormiguita lo siente i lo llora! *Debido a la antiguedad del libro del cual se sacaron estos cuentos (1880 aprox) la "i" está escrita en lugar de la "Y".-

Los Músicos viajeros

Un Campesino tenia un burro que le habia servido fielmente por muchos años; pero como el animal principiara a ponerse viejo i pesado para trabajar, pensó su amo que no le tenia cuenta conservarlo por mas tiempo i que seria mas acertado enviarlo algun dia al rnatadero. El burro que a fuer de viejo era malicioso, comenzó a sentir que algo se tramaba contra él; i así, sin decir buenos dias, escapó una mañana muy temprano, i tomó el camino del pueblo vecino con la esperanza de obtener una plaza de bajo profundo que sabia se encontraba vacante.

No habia andado mucho nuestro fugitivo, cuando vio a un perro que estaba echado a un lado del camino.

-¿Qué es lo que tienes, amigo? dijo el Burro.

-¡Ay! contestó el Perro, mi amo me iba a dar una paliza porque dice que estoy muy viejo i que ya de nada puedo servirle. Por esto me he escapado; pero me está pesando mucho, porque me encuentro sin casa, i no sé qué podré hacer para ganar mi pan

-No te aflijas por eso, dijo el Burro, yo voy al pueblo vecino donde espero colocarme como músico; vamos juntos, i puede ser que se encuentre algun destino para ti.

El Perro dió las gracias a su nuevo amigo i ámbos siguieron su camino.A poco andar, encontraron en el medio de la via un gato, que tenía una cara muy triste i miraba asustado a todos lados.

-Felices dias, buen amigo, dijo el Burro; ¿qué lo que le pasa? No parece estar usted de muy buen humor...

-¡Qué ha de pasarme, contestó el Gato, sino que mi vida corre el mas serio peligro! Porque me estoy poniendo viejo i me fatiga mucho correr atras de las ratas, queria mi ama matarme; i grande ha sido mi suerte en poder escapar a tiempo. Pero ahora no se que va a ser de mí; i la idea de mi triste porvenir era lo que me tenia tan aflijido.

-¡Oh! dijo el Burro, no hay por qué desesperar; usted debe tener buena voz i si quiere venir con nosotros al pueblo vecino, puede tentar allí su suerte.

El Gato aceptó con gusto la idea se unió a los viajeros.

Poco despues, pasando éstos por delante de una casa de campo, vieron a un Gallo que cantaba desesperadamente arriba de una pared. ¡ Bravo! esclamó el Burro, a fé mia que jamas habia oido un cantor mas bullicioso, i dirijiéndose al gallo qué es lo que hay de nuevo, amigo, le preguntó.

-Qué ha de haber, contestó el Gallo, sino que esta misma mañana, cuando yo daba los buenos dias de costumbre, mi ama entró al gallinero con la cocinera i le dijo que como esperaba visitas el domingo próximo, debia matarme para sus convidados me comieran, con arroz. Yo no esperé que se repitiera la órden, i por cierto que la cocinera no me verá mas en su gallinero, i ménos en su cazuela.

El Burro reflexionó por algunos momentos i en seguida dijo:

-Usted no tiene una mala voz de tenor, i si quisiera aprovecharla puede venir con nosotros al pueblo vecino donde, si no encontramos pronto colocacion, ganariamos nuestra vida dando conciertos.

-Acepto con el mayor gusto, replicó el Gallo; i de un vuelo se puso al lado de sus compañeros continuando con ellos la marcha. No alcanzaron aquel dia nuestros músicos a llegar al pueblo así que al caer la noche tuvieron que irse a dormir al bosque mas cercano. El Burro i el Perro se echaron al pié de un árbol; el Gato se acurrucó en una de las ramas i el Gallo se subió, como lo acostumbra, a lo mas alto del árbol, desde donde a fuer de buen centinela, dirigió una mirada a los alrededores ántes de dormir.Habiendo divisado una luz que no parecia estar distante pensó el Gallo que debia ser alguna posada i bajó al punto a avisarlo a sus camaradas.

Levantaronse estos, a pesar de su cansancio, i se dirigieron hacia el lugar donde brillaba la luz pensando en que si encontraban posada estarian mejor alojados i tendrian tal vez algo que cenar. La luz iba aumentando a medida que adelantaban, i grande fué la alegria de nuestros músicos al verse frente a un magnífico castillo.

Aquel lugar servia de guarida a una banda de salteadores, quienes estaban aquella noche reunidos a la mesa cenando alegremente. Nuestros pobres viajeros, que estaban medio muertos de hambre, se enfurecieron a la vista de tantos i tan delicados manjares; i despues de celebrar consejo, determinaron dar un asalto a los ladrones. Con este objeto se colocaron junto a la ventana de la sala: el Perro sobre la cabeza del Burro, el gato sobre el Perro i el gato al tope, i a una señal rompieron a un tiempo en una algazara tremenda. El Burro hizo oir sus mas tremendos rebuznos, el Perro ladro desesperadamente, el Gato rnaulló con furia sin igual i el Gallo cacareó de tal manera que despertó a todos los otros gallos en tres leguas a la redonda. Al mismo tiempo se abalanzaron los cuatro animales por la ventana con un ímpetu tal, que los cristales volaron hechos pedazos i cayó la ventana con grande estrépito.

Al oir tal estruendo, creyeron los ladrones que el mundo se venia abajo i huyeron despavoridos a ocultarse en el fondo del Bosque.

Nuestros músicos se guardaron bien de perseguir a los fugitivos, i se sentaron a la mesa a comer i beber regaladamente que era lo que mas necesitaban. Despues de haber saciado su hambre con aquella escelente cena, apagaron las luces i se recogieron a dormir. Entretanto, el capitan de los salteadores, que no acertaba a esplicarse lo sucedido, se decidió al notar que el castillo habia quedado a oscuras, a enviar a uno de sus hombres para ver si aun les amenazaba algun peligro. EI ladron entró con las mayores precauciones i sedirigió a la cocina con el objeto de encender luz, pero el gato que lo vió en la oscuridad, merced a la propiedad que tienen sus ojos, le saltó a la cara i lo arañó cruémente. El salteador corrió a la puerta para huir, pero el perro le salió al encuentro clavándole los dientes Con un feroz mordisco en una pierna y, corno si aun no fuera bastante, el Burro que habia despertado al oir el ruido le lanzó una tremenda coz en el patio cuando el pobre ladron huia a todo escape. Finalmente el Gallo, como para burlarse del infeliz, echó a cantar a gaznate tendido.

¡Capitan! ¡capitan! esclamó el ladron al reunirse a sus compañeros, ¡es necesario huir! ¡El castillo está lleno de gente En la cocina he encontrado una bruja espantosa que me ha arañado con una furia terrible; para salvarme de ella eché a correr, pero al llegar a la puerta me dieron una cuchillada en un muslo i por fin, al salir al patio, me atacó un monstruo horrible que casi me mata a porrazos, mientras que toda la gente gritaba: ¡ ladrones¡ ¡ ladrones!

Al oir aquellas noticias huyeron los ladrones, i jamas se les volvió a ver por aquellos contornos,-En cuanto a nuestros cuatro músicos, como se encontraron muy bien en el castillo que hasta entónces habia sido guarida de los salteadores, resolvieron quedarse allí por todos los días de su vida; i la fábula dice que si no se han muerto, es forzoso que alli vivan hasta el día de hoy.

El TreTren y el caicay-vilu




Dícese que hace mucho tiempo vivía en Ancud una niña muy hermosa, la que acostumbraba pasear por las orillas del mar recogiendo conchitas y sin saber que los enamorados ojos de los malos espíritus le miraban desde las profundidades.

Un día, al cometer la imprudencia de entrar al mar para jugar con su espuma, sintió en sus tobillos un cosquilleo. “Serán los pececillos”, dijo sin detener su Juego. Repentinamente el cosquilleo se transformó en un fuerte resoplido y ella retrocedió espantada. Fue entonces cuando el Trauco surgió tratando de atraparla y diciéndole que la deseaba por esposa. La niña lo rechazó implorando ayuda: "¡Sálvame, Caicay-vilu de tu hijo”

Vino Caicay-vilu atraída por los gritos. Pero como es una serpiente mala y madre del Trauco, no tenía intenciones de ayudar a la afligida niña, e hizo unos firmes nudos amarrando su larga cola en las piernas de la muchachita. “Si él lo pide tienes que ser su esposa", le ordenó, atándola a una roca. Y así quedó la pobrecita niña llorando prisionera, y como las lagrimas son una mermelada para los espíritus malévolos, el Trauco más la quería y la hacía su esposa a la fuerza. Por eso fue entonces que un día la niña fue mamá de una guaguita chiquitita. El Trauco y su madre, la serpiente Caicay-vilu, estaban contentísímos. Nunca cesaban de llevar mariscos para que se alimentara en la roca donde ella también era una prisionera.

Pasaron los meses y un cangrejo visito a la triste mamá y a la niña. “Malas nuevas te traigo -habló. El Trauco y Caicay-vilu van a quitarte tu hija, porque se la han vendido a un Pillán que desea matrimoniarse con ella”.

La niña comenzó a llorar a mares, desconsolada por la gran maldad de su esposo y de su suegra. “No quiero que me lleven a mí hija repetía. El llanto viajó en el viento llegando a oídos del Trentrén, serpiente que odiaba a Caicay-vilu y al Trauco, y se puso en marcha de inmediato. “Yo la ayudaré, yo la ayudaré”; diciendo esto estuvo pronto en el roquerío ante la níña y su hija. No llores más las llevaré conmigo a un refugio que tengo en los cerros y donde nadie podra causarles daño”. No bien alcanzó a decir esto, cuando apareció Caicay-vilu para atacarle. Quiso moderle con sus filudos dientes y matarlo, pero como no podía salir del mar y llegar al roquerio, Caicay-vilu llamó al Trauco. El hijo vino a socorrer a su madre serpiente, armado can un madero.

-¡Prepárate a morir! -gruñó el Trauco.

-No me hagas reír -respondió el Trentrén, sonriendo.

Estaban cara a cara, frente a frente, a punto de enredar sus colas en una lucha a muerte, cuando la niña rogó al Trentrén que primero salvara a su hijita. -Pónmela en la boca -pidió el Trentrén, la voy a salvar al tiro, después terminare la pelea con este gusanito. El Trauco y Caicay Vilu trataron de apresar al Trentrén y a su preciosa carga, olvidando que sus piernas mochas no servían para alcanzarlo en un suspiro el Trentrén estuvo encaramado y perdido con la guagua entre los cerros.

-¡Nos vengaremos! -juraron las serpientes, corriendo hasta la morada del Pillan.

Cuando le contaron al Pillán lo hecho por el entrometido Trentrén, llamó a sus hermanos también pillanes y juntos comenzaron a tirar, sobre la desprevenida tierra, montones de agua que guardaban en las nubes.

Abajo la gente corría enloquecida, de un lado a otro, luchando por no ahogarse en las gigantescas y rabiosas olas que inundaban la tierra. En medio de la confusión, la niña, todavía amarrada a las rocas, clamó ayuda al Trentren. La buena serpiente se asomó sobre su cerro. Al ver lo que sucedía, gritándole a la gente, ordenó que subieran todos a su cueva.

Hombres, mujeres, niños y animales comenzaron a trepar desesperados, tropezando unos con otros. Muchos caían de las laderas hasta el mar, lanzando alaridos, y Caicay-vilu los convertía en horribles pescados, mientras el Trentren, que quería salvar a toda la gente, agrandaba más y más el cerro sobre las aguas que no paraban de tragarse los bosques y los montes. Caicay-vilu y el Trentren así combatían. La mala serpiente matando y convirtiendo en pescados a las personas, la buena serpiente haciendo crecer el cerro para salvarlas. Y esta descomunal pelea transcurrió durante muchísimos días y muchísimas noches.

Caicay-vilu, a pesar de todo, estaba venciendo. Inundada la tierra, ahora sí podía subir el cerro. Se paró sobre su larguísima cola, cuya punta la apoyaba en el fondo del mar, y logro agarrarse de una roca para darse impulso y trepar unos metros cerro arriba. Sus esfuerzos tendrian que llevarle hasta el escondite de la guagua, pensaba arrastrándose. El Trentren, sin embargo, no se daba por vencido. Salió de su cueva y de un colazo desprendió un inmenso peñasco en las alturas del cerro. Este rodó arrastrando a Caicay-vilu pesadamente en una caida que terminaría perdiendo a los dos en las aguas.

Las aguas volvieron al mar. La gente salvada por el Trentren comenzó a retornar a las rucas, comentando el gran combate.

El gentío sólo se detuvo un par de veces para contemplar una maravilla nacida al pie del cerro: una laguna que señalaba el sitio donde perdiera la vida la odiosa Caicay-vilu.

El trauco




Personaje mitológico con forma de gnomo habitante de los bosques, su traje, se afirma, esta hecho de QUILINEJA, planta trepadora con la que se hacen escobas y sogas. El sombrero que usa, esta hecho del mismo material en forma de bonete.
Tendría predilección por los matorrales de MURTA cuyos frutos consumiría con avidez, pese a su tamaño poseería una tremenda fuerza, cuando sale a lugares descampados se encarama a un tronco de TIQUE y se regodea contemplando la naturaleza de la cual es admirador pero su mirada es de terribles consecuencias para el hombre, al que odia e inmediatamente le tuerce la boca o el cuello (debe suponerse que su mirada produciría un tortícolis o una afasia motora del trigémino). Lleva un hacha de piedra y por sentir el temor que inspira, las mujeres embarazadas cuando sienten el ruido de sus golpes huyen. Le gustan mucho las muchachas virgenes y puede emitir un fluido sexual que las atrae para llevárselas a sus dominios. Este detalle ha dado lugar (como en el caso de SHOMPALHUE) a que las madres para cubrir la deshonra de sus hijas, lo atribuyan a la acción del TRAUCO. En la región chilena, es costumbre de las madres cuando sospechan la presencia de este ser maligno, dejar sobre la mesa al acostarse un puñado de arena seca. Como el perverso personaje se siente atraído a contar los granos de arena, se olvida de las doncellas y de los niños y con las primeras luces del alba desaparece por temor a ser sorprendido. En Chile meridional este personaje tiene su refugio en el cerro QUICAVI, pero su aspecto difiere pues en esa zona lo describen como un chivo con una barba de una legua de largo muy peligrosa si se la pisa inadvertidamente, patas de guanaco, cuerpo con escamas y algunos mechones de pelos erizados. (Con la colaboración de J.A.Barrio) Por su parte Renato Cárdenas Alvarez aporta lo siguiente: TRAUCO: m. Cusme, Huelli, Pompoñ del monte, Duende. Pequeño habitante de los bosques, de figura humana. Se viste con fibras vegetales tales como la quilineja o el pompoñ. Se alimenta de frutos silvestres, palos podridos y cualquier `verdura de campo'. Según algunas versiones es un hombre pequeño, de rasgos grotescos y figura con-trahecha que porta una hachita de piedra en sus manos. Otros, en cambio, aseguran que son una pareja de niños [las guaguas] -hombre y mujer- que se ubican en los árboles altos como los tiques y tepas; tienen siempre a la mano una enredadera que se llama pahueldún y hacen sus necesidades en las cercanías de las casas que rondan. La gente les teme porque: 1.-Pueden provocar daño a los niños, a los adultos y a los animales, tirándoles un aire, que los quiebra, o les tuerce el cuerpo. En otros casos su sola mirada los enlesa -les hace perder el juicio- o los deja mudos. /2.-Cuando se sueña con ellos la víctima se enferma de 25 males. /3.-En algunos sectores son considerados sátiros: la mujer puede ser posesionada por este hombrecillo y el hombre por la Trauca, pero en una suerte de sueño libidinoso y placentero en el que caen luego de apoderarse de sus voluntades, al tomarles los alientos o tirarles el vaho.Véase: chaicucuía, Huanilén. "Una vecina vivía con sus heridas permanentes en la cara. Unas postemillas. Se sanaba una y volvía otra. Un día que llegó una parienta, la llamó a un lado y le dijo: --Te está acariciando el Trauco. Por eso tienes estas tremendas heridas en la cara. Entonces la aconsejó esta mujer que era curiosa en estas cosas: El Trauco es muy limpio -le dijo- y cuando ve cosas sucias se aleja y ya no codicia a su enamorada. Así que la mujer se embadurnó toda la cara con su propio excremento, como se lo indicó su parienta.¡Y santo remedio! Se desilusionó el hombrecito y ya no molestó a la chiquilla." (Cleofa González. Huillinco, 1993) EL TRAUCO DEL POZO Don Ricardo tuvo un padrino que salió de Tac y se vino a vivir a Palqui. "-A los años lo pasé a visitar -recuerda- pero lo encontré todo desfigurado. Su cara torcida, sus dedos... y apenas caminaba. -¿Qué le tocó padrino -le pregunté- que está tan cambiado? -Este es el Trauco que me está maltratando, me respondió. Enseguida empezó a contarme su desgracia: -Aquí, en tiempo de verano hay un solo pozo que da agua y nos juntaremos 18 vecinos que tenemos que venir a buscar agua. Y como yo estoy más cerca llego siempre más temprano. Entonces vio la apariencia esa. -Por dos veces. Es como un hombre, pero bajito. Con sombrero, con manta...todo igual como cuando se viste un chico, como por travesura. Pero en la primera oportunidad no le hizo nada. Sólo lo observó y llegó a contarle a su señora. Y la señora dizque la avivó. -Ese Trauco -que le dijo- no te va a dejar de molestar. Siempre que vayas a traer agua lo vas a tener que ver. Tienes que hacerle alguna cosa. Entonces la señora lo aconsejó: -Córtate un palo, de un metro más o manos, y yo lo voy a sanquear. Tiene que ser saltado por una mujer para que sirva. Mi padrino con esto ya tuvo su arma para defenderse. Cada vez que iba a buscar agua lo llevaba. Hasta que un día lo encontró. Le tiró le palo y le aforró medio a medio. Eso fue todo, no volvió a aparecer por el pozo, pero pronto comenzaron sus males. Una mañana, al prender fuego, se dio cuenta que al soplar el aire le salía por el lado: tenía toda la boca torcida. Y con el tiempo estas deformidades se extendieron a todo su cuerpo. Buscó a un Curioso para trabajar el mal. Llegó el machitunero y le preguntó a la señora, que había sido quien lo contactó. -¿Me tienen lo que yo les pedí? Les presentó unas piedras blancas, coloradas, que las acarreó del bajamar. -¿Cómo las obtuvo, insistió el Curioso? -Como usted me indicó. Sacadas en el punto de marbajo y una piedra de cada punta que se forma en la playa, hasta enterar cuatro. -Muy bien. Ahora necesito agua de mar, de viento sur, sacadas de la cresta de las tres olas grandes, que aparecen siempre juntas. Todo eso lo tenía la mujer. Además lo acompañó del chaumán y dos o tres otras plantas muy usadas en estas brujerías. Las piedras las puso a caldear como cuando se hace curanto. Le regó el agua de mar con las ramas y finalmente recogió las cenizas y las distribuyó en los cuatro costados de su terreno y en el centro una de las cuatro piedras coloradas, bien enterrada. Así dicen que los deja de molestar. Finalmente salió del lugar y se fue a vivir a Punta Arenas. Es la forma más segura de evitar la magía." (Ricardo Tureuna. Tac. 1994) EL PALO NEGRO Para las grandes mareas -llamadas pilcanes- la playa se llena de mariscadores, pero esa mañana había una joven solitaria en ella. La gente trabajaba en su agricultura, aprovechando el buen tiempo. Ella había completado su carga y andaba dando vueltas las piedras por si encontraba huevos de pescado. En eso se topa con un palo negro, debajo de un peñasco, que comienza a hablarle. Ella quizo arrancar, pero la voz le dijo que se espere y en un de repente ¡zas!, y aparece un hombre pequeñísimo y le dice: _"¡Oye! ¿Cómo te va?" _"Yo como siempre", le contestó. ¿Tú debes ser el Trauco?, inquirió turbada la joven. Pero el hombrecito no le respondió. _"Mira -continuó- yo ando buscando mujer y me gustaría que tú fueras mía". _"Pero yo soy a cuenta una niña", se defendió la chica, tratando de escapar, pero no podía porque sus alientos ya se los tenía él. _"Eso no debe preocuparnos, agregó, porque podemos cambiar de figura". Y, en un abrir y cerrar de ojos, ya no fue más chiquitín, sino un hermoso joven, bien trajeado, con dientes de oro y reloj de oro. Y para hacerle creer a la niña que la quería se sacó uno de sus dientes dorados y se lo pudo a ella. Y la niña que era engañada, le creyó que la quería y dejó que fuera su esposa. El Trauco partió con ella a vivir a la orilla de un río. A la chica la convirtió en piedra y él entró a vivir debajo de ella. Y la niña, que nunca imaginó que iba a ser así su vida, lloraba su cautiverio y de dolor, porque la dejó muy pequeña y dura. Los domingos se convertían en pancoras de mar, pero también era incómodo. Bajaban hacia la playa y se distraían mordiendo a los marisqueros. Pero en uno de esos viajes el Trauco se fue enamorando de una pacora verdadera. Con esto el Trauco le devolvió sus alientos a la joven, y ella quedó liberada, pudiendo así recuperar su forma humana y regresar a su hogar. (Relato de la tradición).

La Añañuca



La Añañuca era una joven que vivía en Monte Patria, un pueblito cercano al río Limarí. Entonces se llamaba Monte Rey porque aún estaba bajo dominio español. La hermosa Añañuca atraía la admiración de los jóvenes del pueblo. Ninguno había podido conquistarla. Un día llegó un buenmozo y enigmático minero que buscaba una veta de oro muy codiciada. Al ver a Añañuca se enamoró de ella y se quedó a vivir en Monte Rey. Y fue correspondido. Una noche el minero tuvo un sueño inquietante. Se le apareció un duende de la montaña que le reveló el lugar preciso donde estaba la veta de la mina que lo tenía obsesionado. Sin vacilar partió en su búsqueda, dejando a Añañuca con la promesa de que volvería.

Añañuca esperó día tras día, pero su enamorado no regresó. El espejismo se lo había tragado. La tristeza se instaló en Añañuca y fue muriendo de amor, desconsolada. La gente de Monte Rey la lloró y enterró un día de lluvia. Al otro día, el sol calentó el valle y se llenó de hermosas flores rojas, que en honor de la joven fueron llamadas Añañuca. La flor crece hasta hoy entre Copiapó y el valle de Quilimarí y, después que el cielo llora, la pampa se convierte en el maravilloso desierto florido.

La Pincoya




Patrona protectora de los mariscos y peces de la costa. Las encantadoras con sus poderes la mantenían bajo su control y, mediante siembras mágicas y otros rituales, lograban que la Pincoya fertilizara una playa, un estero o un sitio de pesca o marisca. Su cuerpo desnudo, su cabellera entre rojiza y rubia, y sus hermosas líneas femeninas han hecho del personaje un sueño de los lugareños. Su presencia sobre una roca o sembrando en una playa, con la cara vuelta hacia el mar, es señal

que ese sitio será pródigo en mariscos. A diferencia de la Sirena, ésta no posee cola de pescado.

Doña Domitila Cuyul, de Chadmo, fue Maestra de Paz. Hoy recuerda una rogativa para mejorar las playas:

--Acá se hace la «rogativa marina» para pedir el pescado, una siembra de mariscos en la playa... Hay que pedirle a los espíritus sembradores de la marina.

¿Y UD HA HECHO LAS SIEMBRAS DE MARISCOS?

--Yo he hecho muchas siembras de mariscos, en todas partes.

¿Y CÓMO SE HACE?

-- Yo cuando fui en Paildad -hace tiempo ya- fui solicitada por seis casas de

familia. Ellos me preguntaron: ¿qué es lo que se precisará? Yo les dije: "-conseguir

la chicha es lo principal". Cuando hay cómo -en un grupo de personas- con un

cordero se hace una siembra; tiene que ser negro sí. Después está la semilla: Los ingredientes están en la casa: las arvejas, el trigo, el centeno, la linaza, la cebadilla... Se muele crudo, cocido no prende. Tiene que ser abundante, por lo menos un almud. Lo que siembra lo toma el mar y lo desparrama por todos lados. Una siembra dura por tres años. No hay que molestar la playa por un año. Pero después usted llega con un canasto, puede ser de chigua, y lo llena en un ratito.

¿CÓMO SIEMBRA ESA SEMILLA?

--Se riega en el marbajo, donde debe haber mariscos. Tienen que ir los gualateros atrasito con sus gualatitos de mechay tapando la semilla; unos palitos enroscaditos.

¿Y SE LLAMA A LA PINCOYA?

--Eso va en la misma romancia.

¿Y UD. SE ACORDARÁ DE ESA INVOCACIÓN?

--No sé si me acordaré. Tendría que anotarla.

¿PERO DE QUE TRATA, EN GENERAL?

--Es el llamado a la Marina:

"Ayu tuafinta Chao troquín maita fucha maior mai queita fucha catrihue mo tamoyén fucha maior.Feita huelo toanta cariño mo

cunquelunta suantu mai notra poñi toponiltun mai unquilu mai Feita pu peñi, feita pu langén favor feacín, feita yu toafinta pu peñio pu langén mai. hueñe toan a huetru neo tu yan medá que cojumo mai pu peñi mai.

¿Y QUÉ MÁS SUCEDE?

--Se hace la comida y de eso mismo se sirve, en la misma playa cuando hay tiempo

bueno. Cuando hay una casa al lado se hace ahí. Ese es un banquete que se hace a cuenta con todos.

¿Y LA SANGRE TAMBIÉN SE APROVECHA?

--Eso es lo principal. Se sirve la sangre a los espíritus de la marina. Usted quisiera

ver una rogativa marina...No sé si iba a andar en su tino [ríe]. Otros señalan que esta siembra se hace durante los pilcanes (las más grandes mareas). El Curioso comienza a salomar en la orilla del mar una letanía ininteligible y se detiene cuatro veces para llamar a la Pincoya. Luego riega con semillas de linaza toda la extensión de la playa que se quiere fertilizar. Cavada (Chiloé...p.102), agrega que cuando no hay una Pincoya en casa hay que buscarla en sitios retirados. Para ello los chamanes deben ir en compañía de jóvenes bulliciosos y alegres para atraer a la pareja de la abundancia., Convocada por esta algarabía -agrega Quintana- la protectora se acerca transformada en una diminuta pancora la cual es transportada en el castillo de proa de la embarcación sobre un mullido cojín de lamilla hasta la playa en cuestión. Una persona del lugar será la responsable para alimentarla con resina de quina, linaza y trozos de cancato; al mismo tiempo que se establece la prohibición de sacar cualquier producto de esas aguas y playas por un tiempo determinado.

Respecto al origen de este personaje se dice que: ["Al año de ser raptada por el Millalobo la joven Huenchula regresa al hogar materno con un bultito en el regazo, que no permite que se lo miren. Pero su madre, la Huenchur, no resiste la tentación y, al primer descuido, destapa a su nieto. La criatura, se vuelve agua cristalina. La Huenchula, al encontrar una poza de agua en la artesa donde había dejado a su hijo, deposita ese líquido en los dominios del Millalobo y esta substancia se vuelve una "adolescente muy hermosa, de larga cabellera dorada. De encantos y dulzura incomparables". Es la Pincoya que, desde entonces, reinará en el mar junto a sus padres, protegiéndolo, sembrándolo y rescatando a los náufragos. Viste con algas marinas y su alimento predilecto es la linaza